jueves, 25 de enero de 2018

Los Movimientos del Pensanmiento




TEMA
Los Movimientos del Pensamiento

ASIGNACION
Dialéctica y Lógica Formal

FACILITATOR
Leandro Ortiz

















INTRODUCCION

El siguiente trabajo es acerca de los Movimientos del Pensamientos. Dicho trabajo esta divido en siete sub-temas y busca única y exclusivamente enriquecer los conocimientos de aquellos que se animen a leerlo.



MOVIMIENTO Y PENSAMIENTO.

Todo pensamiento es movimiento. El pensamiento que se detiene deja sus productos: obras, textos, resultados ideológicos, verdades; pero ha cesado de pensar. Veremos más adelante, y cada vez más claro, que no sólo todo pensamiento “es” un movimiento de pensamiento, sino también que todo pensamiento verdadero es pensamiento (y conocimiento) de un movimiento, de un devenir. Todo pensamiento se mueve dentro de determinados cuadros, entre polos determinados (por ejemplo: análisis y síntesis). Estos términos opuestos son examinados en todos los tratados de lógica; pero, en general, son examinados separadamente; su oposición, y por lo tanto su enlace, resta como un hecho comprobado, cuya naturaleza no se profundiza. Nosotros partiremos, por el contrario, de esta reflexión, de importancia capital -ya utilizada anteriormente a propósito de la forma y del contenido-: las parejas de términos polares en cuestión, los términos opuestos, designan momentos, fases del pensamiento, y están indisolublemente ligados. Y en este sentido es como analizaremos las relaciones de lo abstracto con lo concreto, delo absoluto con lo relativo, de lo inmediato con lo mediato, de la inducción con la deducción, del análisis con la síntesis, etc.

VERDAD Y ERROR.

La metafísica pretende alcanzar verdades absolutas, eternas, definitivas -verdades perfectas-, “trascendentes” en relación las imperfecciones del pensamiento humano, a sus aproximaciones a sus errores. Esta pretensión fue siempre el tema preferido del dogmatismo metafísico. Cada metafísico aporta su “sistema” como una revelación, en bloque, englobando todo el saber, “causa final” de todo el esfuerzo humano, en el sentido de que, desde el principio, la investigación iba, sin saberlo, hacia su obra, y que suscitaba invisiblemente esta investigación, y repone un punto final.

La lógica formal, tomada en sí, apoya estas pretensiones de la metafísica. Desde el punto de vista “puramente” lógico, una afirmación es absolutamente verdadera o absolutamente falsa. Una afirmación verdadera lo ha sido siempre y siempre lo será. La verdad se comprueba lógicamente al margen y por encima de cualquier error, pura de toda mancha de error. Verdad y error están absolutamente excluidos la una del otro, como el bien y el mal, la belleza y la fealdad, lo perfecto y lo imperfecto. La metafísica y la lógica formal siguen el sentido común vulgar, según el cual: La oposición de lo verdadero y de lo falso es algo fijo.

¿Existen “verdades eternas”, indiscutiblemente tales?
En este examen, conviene no dejarse intimidar por el metafísico.
Nueve veces de cada diez, responderá: “¡Dios es una verdad eterna!. Esta afirmación equivale a la siguiente: “La eternidad es una verdad eterna”. En lógica, tal afirmación se llama un círculo vicioso, una petición de principio o también una “tautología”. La repetición de la misma noción, con palabras diferentes, no aporta ninguna prueba; se nos invita, sin decírnoslo, a “postular” la verdad de esa noción. Si nos acercamos un poco a la experiencia nos encontraremos en seguida con miríadas de verdades que pueden pretenderse eternas. “Bogotá está en Colombia”, esta frase sería verdadera, aunque Bogotá y Colombia desaparecieran. Pero ¡ha habido un tiempo en el que ni esta ciudad ni esta nación existían! Los proverbios serían “verdades eternas”, y mucho más aún puesto que son impersonales, más usados, más banales. Por ejemplo: “No se puede disfrutar siempre”, “más vale tarde que nunca”, “la muerte viene después de la vida, “después de la lluvia, el buen tiempo”, etc. Pero no es cierto, siempre y en todas partes, que el dolor sea un mal o un mal inevitable; la relación bastante oscura de la vida con la muerte se encuentra puesta en duda en tal o cual formula y si yo resumo la sabiduría proverbial en un "Todo pasa, todo perece, todo cansan, ¡pongo en duda, precisamente, las verdades eternas.

Las verdades matemáticas pasan por ser eternas: Por ejemplo: “Uno y uno son dos. Ahora bien. El carácter exacto de esta propiedad en aritmética está sometido a discusión hace bastante tiempo por los filósofos o los matemáticos. Según los unos, no hay nada más en “dos que en “uno” y “uno".

ABSOLUTO Y RELATIVO.

Insensiblemente, hemos pasado de una de las oposiciones polares entre las que se mueve nuestro pensamiento a otra de ellas: la de lo relativo y lo absoluto. El pensamiento no dialéctico oscila entre el dogmatismo, por una parte, que afirma la verdad absoluta, y la negación igualmente absoluta de esta y verdad, bajo el nombre de “escepticismo” o de “relativismo”. El pensamiento en movimiento entraña un momento de duda (el espíritu crítico), de negación, de escepticismo, de relativismo, en relación con toda verdad establecida en apariencia que se pretende absoluta. Pero ¿es preciso detenerse en esta negación? ¿No se trata más bien de una fase, de un momento del pensamiento que va f1 superar su punto de partida? Actualmente, el término filosófico “relativamente” conserva aún, en su uso más frecuente, algo de metafísico, aunque él pretenda oponerse a la metafísica. Los relativistas son pesimistas del conocimiento, agriados y decepcionados por la metafísica, que echan de menos la verdad absoluta y que afirman, con una cólera contenida, que esta verdad “neumónica” existe, pero se nos escapa (kantismo).Se quedan en una posición de compromiso entre la metafísica y el trabajo efectivo del pensamiento humano.

El relativismo dialéctico es optimista. Está de acuerdo en la relatividad de nuestros conocimientos, pero no a causa de una fatalidad metafísica (estructura subjetiva de nuestro pensamiento, como en el kantismo), sino en relación con la etapa efectivamente alcanzada por nuestro conocimiento.

El relativismo dialéctico admite la relatividad de nuestros conocimientos, no en el sentido de una negación de la verdad objetiva, sino en el sentido de una perpetua superación de los límites de nuestro conocimiento. De la misma manera que no existe una separación absoluta entre la verdad y el error, tampoco existe una línea de demarcación entre la verdad relativa y la verdad absoluta. Cada etapa del desarrollo del conocimiento aporta nuevos granos, y “granos “de una verdad cada vez más fina y precisa, más ampliada, a esta cosecha de verdades. Cada verdad alcanzada es relativa; pero el conjunto de verdades alcanzadas y determinadas como relativas forma parte del conocimiento objetivo absoluto. También en este caso debemos tomar el pensamiento vivo, en movimiento, que envuelve su pasado, sus conquistas, sus instrumentos, todos sus momentos puestos cada uno en su sitio, cada uno con sus alcances y sus límites, e ir de este movimiento en su totalidad hacia la verdad. La etapa antigua, la ley aproximativa, la teoría momentánea no son suprimidas por el desarrollo posterior que las supera, sino que, por el contrario, son conservadas con un sentido nuevo, en su verdad. Así, la ley de Mariotte no es destruida por la ley de Regnault. Subsiste, y no sólo como una etapa de la investigación,
Sino como una aproximación que necesitaba un término complementario fuera de los límites de su aplicación. E, igualmente, la teoría de la relatividad (Einstein) no suprímela teoría newtoniana del espacio y de la gravitación. La completa, fuera de ciertos límites.

La vieja mecánica -masa independiente de la velocidad, sigue siendo un caso particular de la nueva, verdadera. Para velocidades débiles y para masas estadísticamente constantes, es decir, válida objetivamente pero dentro de ciertos límites: a nuestra escala. Esta vieja mecánica es más verdadera para nosotros que en la época en que se creía que era absoluta, ahora que sabemos por qué es verdadera y dentro de qué límites. Una verdad científica es, pues, relativa en cierto sentido; está destinada a transformarse, a aparecer bajo aspectos nuevos, a ser superada por leyes o teorías más precisas, de una aproximación más avanzada. Pero, en cierto sentido, es absoluta. Superación no significa supresión. Esta verdad subsistirá en su sitio, en su grado de objetividad y de precisión, en cierta escala. En el conocimiento, lo que precede encuentra su verdad en lo que sigue. Para percibir lo que el pensamiento humano ha aprehendido de la verdad es preciso, pues, dominar el conjunto del conocimiento de su historia. El resultado alcanzado no debe-ni puede- ser separado de las etapas, de los momentos sucesivos de la verdad. La ciencia no es una colección o una suma de resultados muertos, sino un conjunto vivo, un movimiento total, un organismo que conserva en sí, renovado, a todo el pasado. La ciencia hecha no separa de la ciencia que se hace. La ciencia adquirida posteriormente implica, verifica, completa la ciencia anterior: la sitúa en su verdad. Una misma verdad resulta, pues, a la vez, relativa y absoluta.

DESCONOCIDO Y CONOCIDO.

¿Cómo, para el pensamiento metafísico, lo desconocido se convertiría en conocido? El pensamiento, al ser concebido como una “sustancia” -Yuna sustancia consciente, que se queda en el interior de sí misma, “inmanente” según la expresión de la escuela kantiana-, ¿cómo podría transportarse a lo desconocido? ¿Y cómo el objeto desconocido se transportaría al pensamiento? Desde el momento en que se representa metafísicamente al objeto y al sujeto como dos “sustancias” extrañas, el problema de los conocimientos plantea, y se plantea así: ¿cómo una de esas sustancias se convertiría en la otra? O bien se suprime lo desconocido, reduciendo el mundo al pensamiento, al espíritu. O bien se remite lo desconocido al “misterio”, noción metafísica y vulgar particularmente empleada. Y aquí la cuestión es formal y el “O bien... o bien... “tiene validez en todo su rigor Ahora bien, el pensamiento no es una sustancia, sino una actividad. Es cierto que1 el idealismo, desde Kant, ha criticadora noción de “sustancia” y de “cosa” aplicada al pensamiento, al espíritu; afirma que el pensamiento es una actividad y no una cosa o una sustancia. Pero la categoría metafísica de “sustancia”, aplicada al pensamiento, persiste en el idealismo crítico de los kantianos; en efecto, éstos se representan el pensamiento como una actividad encerrada en sí misma, que tiene una naturaleza subjetiva determinada (y por lo tanto una “sustancialidad”) que lo separa del objeto, de tal suerte que su actividad consiste en imprimir su huella -su forma- sobre los objetos (el contenido) y en constatar a continuación lo que ha impreso. Este juego de engaños, por el cual encontraríamos ellas cosas (misteriosas y neumónicas en sí mismas) lo que hemos puesto en ellas por una actividad interna (también de origen misterioso), ¡esta auto mistificación sería el conocimiento Pero el pensamiento, en tanto que actividad, no se aprehende al margen de sus productos, de sus obras, de los objetos a los cuales se aplica. Debemos buscar el pensamiento en los objetos y en los productos del pensamiento humano, y no aparte de ellos. El pensamiento no tiene naturaleza subjetiva pura, “interioridad”. Sería una idea ridícula la de buscar el genio de un gran pintor fuera de sus obras.

El pensamiento no es una “sustancian aislada o perdida entre otras sustancias. El pensamiento es acto, es decir, poder, y el poder no se define fuera de las cosas sobre las que actúa. Según la fórmula de Husserl, la conciencia no es algo, sino que es conciencia de algo el pensamiento no es algo, sino que es pensamiento de algo. La fórmula de Husserl es deficiente, puesto que considera a la conciencia (el pensamiento como una especie de pura luz, de haz luminoso dirigido hacia las cosas y que permite describir las cosas que ilumina. Si el pensamiento es un poder -causa, o efecto, o ambos a la vez, del poder humano sobre la naturaleza- conviene tratar de definirse poder. La fórmula de Husserl sigue siendo una definición enteramente teórica, aún metafísica, del pensamiento y de la conciencia. En lugar de definirlos por el “algo” los define por el “no algo” -por la nada-. De ahí las oscuras especulaciones de la escuela husserliana sobre la nada El pensamiento tiene un poder efectivo, el de aislar, de separar del inmenso devenir del mundo, de la totalidad del devenir, ciertos fragmentos, ciertos “objetos”. Tiene el poder de discriminar, de separar de abstraer. Ese poder no añade nada sustancial y misterioso al universo; al contrario. Hay menos en los objetos separados que en los objetos de la naturaleza.





INTELIGENCIA (ENTENDIMIENTO) Y RAZÓN.

El entendimiento (la inteligencia) determina objetos distintos Por ejemplo, los objetos de nuestra percepción y de nuestra acción, así como los elementos de esos objetos. Por eso el entendimiento separa a estos objetos unos de otros y del conjunto dado, hasta “desmenuzan (Bergson); el entendimiento por lo tanto, analiza, diseca y destruye Hay algo disolvente, destructor, en la inteligencia tomada separadamente, funcionando aparte como función individual.

Precisamente esta forma de inteligencia es la que la poesía dramática atribuye al diablo (Mefistófeles) y a los seres demoníacos, y que puede ser, en efecto, la que haya que conceder aciertos hombres nefastos, cuyo prestigio intelectual ha sido muy grande a veces (políticamente, esta inteligencia destructora se llama maquiavelismo). La inteligencia tomada así, aislada, tiene algo de inquietante; y por ello el intelectual más puro -sociológicamente, el heredero del antiguo brujo- es un ser humano del que el hombre medio desconfía instintivamente a quien abandona a su soledad, y no sin razón, porque este demonismo de la pura intelectualidad se manifiesta tanto en la vida como en el arte (cf. el satanismo de Baudelaire, admirado y cultivado por generaciones de baudelairianos).y sin embargo, la inteligencia prolonga la vida práctica, la humilde practica; el obrero que pinta con minio un objeto metálico para preservarlo de las fuerzas de la naturaleza que tiéndela disolverlo y a devolverlo a la vasta unidad del universo, o el que talla un bloque de piedra, realizan a un nivel elemental el prototipo de toda operación de la inteligencia. D también el carnicero que descuartiza a un animal.

La inteligencia es, pues, la función del objeto y del instante aislado, del detalle tomado fuera del conjunto. Pese a su aspecto disolvente, es indispensable.



INMEDIATO Y MEDIATO

Tomemos conciencia del poder negativo que es inherente al pensamiento, que es su primer aspecto: el entendimiento destruyes niega las cosas y los seres dados, la razón niega esta negación y restablece lo real, lo positivo. Son dos aspectos del mismo poder, de la misma actividad.

“En su verdad, dice Hegel, la razón es... razón inteligente entendimiento racional, es decir, que es capaz de analizar, de abstraer y de criticar el análisis, de superar la abstracción.

Ese es el aspecto positivo del pensamiento, que resulta, por así decirlo, de una victoria sobre su propio poder negativo. La percepción y la experiencia práctica nos dan seres simples en apariencia; nosotros “negamos” esa sencillez en el curso de nuestra investigación, la destruimos, para alcanzar y descubrirla complejidad oculta, los elementos, y entonces estamos en el terreno del análisis, del entendimiento. El entendimiento que abstrae es el primer grado del conocimiento.

La metafísica elude las exigencias de la dialéctica, es decir, de la razón viva. Se limita a las operaciones del entendimiento, al que confunde con la razón. Separa, aísla, por ejemplo, al sujeto del objeto, pero no lo hace para reunirlos con mayor fuerza y lucidez. Los mantiene separados. Así aparece la ligazón profunda del idealismo con la mayoría de las doctrinas metafísicas. El idealismo lleva a lo absoluto un aspecto separado,
Una parte del contenido de la vida humana; ahora bien, precisamente el pensamiento metafísico aísla y separa. Se puede hablar, pues, legítimamente, del “entendimiento metafísico” oponiéndolo la razón dialéctica (o entendimiento racional). En particular, el entendimiento metafísico disocia las oposiciones contradicciones y deja de ver el lazo, la contradicción misma.





Inmediato y mediato

Se puede llamar “inmediato” a todo conocimiento que no se obtiene por un proceso, por un procedimiento que pasa por “medios”, por etapas “intermedias”. En el lenguaje filosófico habitual, todo conocimiento inmediato lleva el nombre de “intuición”.

Designa, primeramente, la “intuición sensible”, es decir, las
Sensaciones proporcionadas por un objeto.

En muchos psicólogos, y sobre todo Bergson, designa una pretendida “intuición psicológica” o "interior" es decir, una especie de conocimiento inmediato y directo de "lo que pasa en nuestro espíritu" o de nuestros “estado psíquicos. Los metafísicos llaman “intuición racional” a cierto conocimiento inmediato y directo de las “ideas innatas”, de las “evidencias “propias de la razón, de las nociones como la del número) o de los axiomas matemáticos. La intuición intelectual racional sería, pues, la revelación íntima de la razón a sí misma.

Los místicos admiten una especie de revelación externa: la verdadero lo absoluto se entregaría a nosotros en una intuición “adivinadora”, especie de iluminación que suprimiría su bitamentela separación del sujeto, ya sea a la propia divinidad, ya sea ciertas verdades e importancia capital

El empleo de una misma palabra con significados tan diferentes,
Y en grados tan variados del conocimiento desde la impresión psicológica hasta la revelación; de una divinidad “revela” por sí sólo una extraña confusión, de la que podrían aprovecharse los aficionados a pescar en no revuelto. Las intuiciones la noche en la que todos los gatos son pardos, como dice Hegel (literalmente: la noche de lo inmediato, de lo absoluto en la que todas las vacas son negras).

La impresión sensible (la sensación) no es un conocimiento más que en tanto que ausencia de conocimiento; ausencia presentida sentida como una necesidad de avanzar en el conocimiento. Indica la cosa que hay que conocer Y no lo que esa cosa es. Se dirige hacia el "ser" en general de cada cosa, hacia su “existencia” en el sentido más vago. La sensación apenas entra en el conocimiento propiamente dicho, aunque sea el punto de partida necesario.

La sensación es lo inmediato, lo primero inmediato, el aquí ahora brutos. La percepción, que resulta de una actividad práctica y de un trabajo del entendimiento, que supera ya las sensaciones, las une ya racionalmente, les añade recuerdos, etcétera, es un conocimiento mediato. Pero lo inmediato, la sensación, se carga directamente con estos conocimientos adquiridos, mediatos. No existen dos operaciones distintas, dos tiempos en la aprehensión de los seres sensibles: la sensación y luego, a continuación, la percepción. La sensación se convierte en un momento interno, un elemento de la percepción tomada como un todo. Es decir, que lo mediato, a su vez, se convierte inmediato.

ABSTRACTO Y CONCRETO

No puede existir entre lo abstracto y lo concreto una separación
Metafísica, una diferencia de naturaleza, de la misma manera que no existe entre lo inmediato y lo mediato.

La doctrina, de Platón parte de una observación de orden estético; no solo todos los caballos pertenecen a la especie “caballón, smo que los individuos de esta especie, más o menos hermosos, parecen, acercarse o alejarse de un tipo perfecto, todo ocurre, según Platón, como si la naturaleza materiales propusiera realizar ese tipo perfecto, ese modelo ideal, sin lograrlo Jamás. La idea del caballo -el caballo “en sí el caballo “eternon, el arquetipo del caballo- existe, pues, antes que los caballos reales.

Esta separación de lo concreto y de lo abstracto se encuentra confirmada bajo un nuevo aspecto, por la doctrina de Aristóteles este último ha formulado el célebre principio: “Solo hay Ciencia de lo general” decir, que el individuo queda al margen de la ciencia. Esta solo se refiere a abstracciones. El individuo es aquí lo concreto, pero lo concreto escapa la ciencia la definición aristotélica se opera por la diferencia especifica y el género próximo.

El caballo es un manifecero (genero próximo) caracterizado por el casco (solípedo -diferencia especifica). El sujeto definido posee cierto número de atributos, unos esenciales y necesarios
Otros accidentales y contingente. Los atributos esenciales se explican, según esta teoría por la jerarquía de los géneros y de las especies cada vez más generales, en la que está incluido, el sujeto en cuestión.



















CONCLUSION

Este trabajo ha sido motivado para la enseñanza del  interesado en aprender acerca del mundo de la lógica y la dialéctica por ende se termina con una frase para reflexionar del filosofo Sócrates

¿Todo es lógico? o ¿La lógica es el todo?


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